Directivos de la Fundación Argentina del Bambú (FAB) explicaron las bondades de producir esa planta, durante una reunión realizada en la Dirección de Recursos Hídricos de la que participaron autoridades y profesionales de esa repartición y de la SEMA.
En la oportunidad, los representantes de la FAB presentaron al bambú como “una herramienta viva, con el potencial transformador del ambiente, de las condiciones sociales y de la economía de la región”.
Entre las innumerables propiedades del bambú se puede destacar que es una planta de uso múltiple, que por su flexibilidad y capacidad de transformación permite dar respuesta a los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) con un impacto sustancial. Algunos de esos ODS están vinculados a la industria del bambú, como una alternativa para dinamizar la economía en las comunidades rurales, por la mano de obra que capta. Asimismo, el bambú tiene un vínculo directo con el agua porque previene la erosión; reduce la escorrentía; la pérdida de suelo y de nutrientes; favorece la retención de humedad y aumenta la infiltración. Además, su sistema radicular ayuda al tratamiento de agua residual con altas cargas orgánicas porque funciona como un filtro vegetal.
La biomasa del bambú se puede utilizar como leña, carbón, pellets o en gas para la generación de energía térmica.
Esto contribuye a reducir la presión sobre los bosques porque se cosecha en períodos cortos, tiene capacidad de auto-reproducción lo que proporciona un suministro continuo de materia prima. La utilización del bambú como
materia prima está generando la innovación y la creación de nuevas tecnologías en diferentes industrias como la construcción, artesanías, muebles, fabricación de drones y bicicletas, entre otros productos, por su característica de flexibilidad, bajo peso, durabilidad, recurso renovable, producción limpia y amigable con el ambiente. Otro valor del bambú es su aporte significativo y de gran impacto a la mitigación de los efectos del cambio climático; elimina cuatro veces más de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera, en comparación con otros árboles.
El bambú ayuda a evitar el uso de combustibles fósiles, contribuye al mantenimiento de los ecosistemas naturales y agrícolas, fortalece la capacidad de adaptación al cambio climático, producto de los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías, las inundaciones y otros desastres, a la vez que mejora la calidad del suelo.