En la Basílica de San Pedro, exactamente a las 20.00 horas del viernes 25 de abril de 2025, se celebró el rito del cierre del féretro del Papa Francisco, una de las ceremonias más solemnes y privadas dentro de la liturgia funeraria vaticana.
El acto tuvo lugar en el histórico Altar de la Confesión y fue presidido por el cardenal camarlengo Kevin Joseph Farrell, quien tiene a su cargo las funciones administrativas de la Santa Sede durante la sede vacante. Estuvieron presentes algunos familiares del Santo Padre, junto con autoridades eclesiásticas y miembros del Capítulo de San Pedro, quienes garantizarán durante la noche la vigilia y la oración continua ante el cuerpo del pontífice.
El rito siguió el protocolo establecido en el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, que regula la liturgia fúnebre de un Papa. Durante la ceremonia, el maestro de las Celebraciones Litúrgicas, monseñor Diego Ravelli, leyó el rogito, un documento escrito en latín que resume brevemente la vida, obras y legado del Papa Francisco, nacido como Jorge Mario Bergoglio.
Este rogito, que incluye los momentos más destacados del pontificado como su elección en 2013, su encíclica Laudato Si’, su impulso a la sinodalidad en la Iglesia, y su constante llamado a los más pobres y excluidos, fue introducido en un tubo de metal sellado por la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice. El tubo, junto con monedas y medallas acuñadas durante su pontificado, fue colocado dentro del ataúd.
Uno de los momentos más conmovedores fue la colocación del velo blanco sobre el rostro del Santo Padre, símbolo de la pureza y la paz eterna. Acto seguido, se procedió al cierre definitivo del ataúd, que fue cubierto con una tapa especial que lleva en su parte superior una cruz, el escudo papal de Francisco, y una placa donde figuran su nombre, las fechas de nacimiento y fallecimiento, y la duración de su ministerio petrino.
Este rito, íntimo y cargado de simbolismo, marca el fin del tránsito terrenal del Papa argentino que transformó profundamente la Iglesia con su estilo pastoral, su cercanía con los pueblos y su inquebrantable compromiso con la justicia social y el cuidado de la creación.
Durante la noche, el cuerpo del Papa permanecerá bajo custodia y oración del Capítulo de San Pedro, mientras se ultiman los preparativos para la Santa Misa exequial que se celebrará mañana por la mañana en el mismo templo, con la presencia de líderes religiosos, autoridades civiles y miles de fieles.
La clausura del féretro no solo representa un acto litúrgico, sino también el cierre de un capítulo histórico en la vida de la Iglesia Católica. El legado de Francisco ya ha quedado sellado, no solo en el ataúd, sino en el corazón de millones que vieron en él al «Papa del pueblo».