El Observatorio de la Deuda Social advirtió que, pese a la baja respecto de 2023, las privaciones estructurales persisten y golpean con más fuerza a la infancia y a los hogares de menores ingresos.
Pobreza en Argentina: baja estadística, estructura intacta
La Universidad Católica Argentina (UCA) informó que la pobreza por ingresos alcanzó al 31,8% de la población en 2025, según el último relevamiento del Observatorio de la Deuda Social Argentina. El dato muestra una mejora frente al pico del 44,7% registrado en 2023, tras el fuerte shock inflacionario, pero el estudio advierte que se trata de una recuperación parcial y frágil, sin cambios de fondo en las condiciones de vida de los hogares más vulnerables.
De acuerdo con el informe titulado “Nuevo escenario político-económico: estrés y bienestar en una Argentina en transición”, la baja de la pobreza se vincula con la estabilización de precios posterior al ajuste de fines de 2023. Sin embargo, los investigadores señalan que no se rompieron los “pisos históricos”: en las últimas dos décadas, la pobreza nunca perforó el 25%, incluso en fases de crecimiento económico.
La UCA también planteó reparos técnicos sobre la forma en que el INDEC mide la pobreza. Según el Observatorio, una parte importante de la caída estadística responde a un cambio metodológico en la Encuesta Permanente de Hogares que mejora la captación de ingresos y puede generar una “baja exagerada” al comparar 2025 contra 2023.
Es decir, la pobreza baja en las estadísticas, pero no al mismo ritmo en la vida cotidiana de los hogares.
Desigualdad por estratos e infancia en el centro de la crisis
El informe muestra que el impacto de la crisis sigue siendo muy desigual según el nivel socioeconómico. En 2025, la pobreza afecta al 3,5% del estrato medio alto, al 28,4% del medio bajo, al 57,1% del bajo y llega al 71,8% del estrato muy bajo, donde siete de cada diez personas siguen siendo pobres a pesar de la mejora global. La pobreza crónica —hogares que fueron pobres en 2024 y continúan siéndolo en 2025— alcanza al 29,9%, concentrada en los sectores bajo y muy bajo.
La infancia aparece como el grupo más golpeado: en los hogares con niños, la pobreza llega al 58,9%, mientras que en los hogares sin menores se ubica en el 35,2%. La indigencia infantil alcanza al 14,9%, lo que implica que casi uno de cada seis chicos vive en hogares que no pueden cubrir siquiera la canasta alimentaria básica. Para la UCA, la niñez sigue siendo el “principal mecanismo de reproducción de la desigualdad intergeneracional”: las crisis profundizan desventajas que luego se arrastran a la vida adulta.
En el plano político-económico, el director del Observatorio, Agustín Salvia, define el momento como una “transición compleja”. A su juicio, se agotó un modelo con déficit en producción, inversión y empleo pleno, y al mismo tiempo emerge un nuevo esquema “proinversión y proexportación” que todavía no está consolidado.
En palabras del sociólogo, “se está desarmando lo viejo, pero todavía no se está construyendo lo nuevo”, lo que se refleja en un escenario donde los indicadores mejoran, pero la estructura social no cambia.
Mercado laboral: menos empleo pleno y más changas
El capítulo laboral del informe advierte sobre una alta informalidad y una caída del empleo de calidad, especialmente en los sectores de menores ingresos. Entre 2024 y 2025 se redujo la tasa de empleo, y el 51,6% de los trabajadores no realiza aportes a la seguridad social, lo que confirma una estructura fuertemente precarizada.
Durante la presentación, Salvia sintetizó el problema con una frase contundente: “En Argentina no crece el desempleo: no hay empleo”. Según el investigador, lo que aumenta es el universo de trabajos irregulares y mal remunerados: changas, empleos marginales, vendedores ambulantes, limpiavidrios y autoempleo de subsistencia. Sumados a los desocupados, estos segmentos representan cerca del 34% de la fuerza de trabajo urbana, una proporción que —advierten— sigue en ascenso y limita las posibilidades reales de salir de la pobreza por la vía del trabajo.




