La jefa de la Unidad Respiratoria, Sueño y Ventilación No Invasiva del hospital Padilla, Mirta Coronel, recuerda a quienes sufren de apnea, problemas respiratorios, insomnio, que el servicio brinda una solución. El equipo realiza el diagnóstico, tratamiento y seguimiento para estos pacientes, con nuevas metodologías debido a la cuarentena.
“Con la aparición del COVID-19 en nuestra sociedad, primero comenzamos con la atención virtual que nos ayudó mucho y nos facilitó la continuidad. La virtualidad, que para todos era una novedad, ha mejorado muchísimo la atención porque los pacientes que tienen emergencias hacen consultas presenciales, pero los que son solamente para controles lo hacen por telemedicina”, relata la referente.
Entre las patologías más frecuentes que tratan en la unidad, están los pacientes con ronquidos o pausas respiratorias, llamada apnea del sueño.
“Para corregir esto se usa un aparato que se llama CPAP. El tratamiento con ese equipo a veces tiene las dificultades de que se rompe la máscara o se descalibra, entonces esas cosas que son esenciales para el tratamiento, las veces presencialmente. Además, para el seguimiento realizamos la receta digital, la obra social o el hospital a través del Siprosa se encargan de reponer, evitando que el paciente se traslade al establecimiento con todo lo que eso implica”, subraya la profesional.
El síndrome de apnea obstructiva del sueño se presenta con ronquidos, pausas respiratorias, despertares bruscos. El paciente está durmiendo, empieza a roncar porque se le obstruye la garganta totalmente y se colapsa la vía aérea. Ante esto, explica la médica, el cerebro envía la orden de despertar. La persona obedece a través de despertares que a veces no son lúcidos, se rota en la cama, se movilizan los brazos o piernas, y estos microdespertares hacen que al otro día esté muy cansada.
“Esta patología lleva a la hipertensión, infartos cardíacos, ACV y diabetes. Algunos pacientes tienen hasta 700 despertares por noche, lo que quiere decir que no durmieron en toda la noche y al otro día están agotados. Esta es la mayor cantidad de pacientes que tenemos en el consultorio”, advierte.
Y añade: “Esta enfermedad está muy asociada con la obesidad, pero debemos aclarar que no solamente los obesos tienen estas patologías. Tenemos pacientes que son delgados y tienen igualmente el problema. Formamos parte del Programa Provincial de Obesidad, y el 80 por ciento de los pacientes que tenemos son obesos. Pero hay otros pacientes que son roncadores porque tienen el mentón más pequeño, entonces la lengua no tiene soporte por la noche. Una de las características del sueño es que este permite una relajación completa del organismo, lo que se traduce en una relajación de los músculos y lo único que queda funcionando es el diafragma, el músculo de la respiración. Al relajarse todos esos músculos, se relajan también los de la lengua y la orofaringe. La lengua se va hacia atrás y se obstruye la garganta”.
Asimismo, detalla que también tratan a muchos pacientes con síndrome de down. Ellos tienen una característica estudiada científicamente que es la mayor colapsabilidad de la vía aérea. Por más que tengan una contextura delgada, tienen el cuello más ancho y la lengua aumentada de tamaño, seguramente entonces muchos de ellos roncan y tienen patología del sueño. También aquellas personas que tienen hipertrofia de amígdalas o el paladar blando, suelen tener la enfermedad.
Cómo acceder al servicio
Todos los martes de 14 a 16 horas, los profesionales de la unidad atienden a pacientes en tratamiento y nuevos por telemedicina. Quienes deseen realizar una consulta, pueden pedir turno a través de Salud Escucha (0800-4444-999).
“Esta es una enfermedad crónica y por la pandemia muchos pacientes tienen problemas del sueño. Desde la Asociación Argentina de Medicina del Sueño se observó que en estos meses aumentó el consumo de alcohol, drogas de adicción y sedantes. Entonces si una persona tiene un ronquido leve y consume sedantes, la van a tranquilizar y relajar más sus músculos y estará peor su patología. Al igual que el alcohol, al principio produce una primera parte de relajación y somnolencia pero después a las dos o tres horas, produce un efecto rebote que despierta a la persona. Entonces altera el sueño en lugar de hacerlo más confortable. Ante cualquier duda siempre es mejor consultar con los especialistas», recuerda e invita Coronel.