El presidente de Estados Unidos puso bajo la lupa el acuerdo de USD 83.000 millones y anticipó que podría involucrarse en la evaluación que harán los reguladores.
Un megaacuerdo que reconfigura el mapa del streaming
El presidente estadounidense Donald Trump volvió a meterse de lleno en la agenda de los gigantes del entretenimiento al cuestionar la compra de Warner Bros Discovery por parte de Netflix, una operación valuada en cerca de USD 83.000 millones que ya encendió alertas antimonopolio en Estados Unidos y Europa.
Trump advirtió que “Netflix ya tiene una gran porción del mercado” y sostuvo que la integración con Warner Bros Discovery “podría ser un problema” para la competencia. El mandatario remarcó que el acuerdo deberá atravesar un proceso de revisión y dejó entrever que podría involucrarse en la evaluación del expediente que hoy está en manos de los reguladores federales.
En paralelo, el debate se trasladó a Hollywood, donde productores, estudios y plataformas observan con atención cómo este “mega deal del streaming” podría cambiar para siempre la forma en que se producen, distribuyen y consumen contenidos a nivel global.
Trump también elogió al codirector ejecutivo de Netflix, Ted Sarandos, a quien calificó como alguien que hizo “uno de los mejores trabajos en la historia del cine” y que lo visitó recientemente en la Casa Blanca. Sin embargo, sus palabras no alcanzaron para despejar las dudas sobre el creciente poder de mercado de Netflix y el impacto que tendría sumar el músculo de Warner.
Qué cambia en el sector si avanza la fusión
De concretarse la operación, Netflix pasaría a controlar un catálogo gigantesco de películas y series icónicas, entre ellas las sagas de Harry Potter, El señor de los anillos, los superhéroes de DC Studios y fenómenos globales como Juego de tronos (Game of Thrones), además de sumar la histórica biblioteca de cine y TV de Warner.
Aunque el acuerdo no incluye los canales de cable como CNN y Discovery, que Warner Bros Discovery planea escindir antes del cierre, sí supone un golpe directo al corazón de la industria: un solo jugador del streaming con franquicias millonarias y presencia planetaria.
Para analistas y especialistas en competencia, se trata de la mayor transacción en el sector desde la compra de Fox por Disney en 2019, y un paso más en el proceso de concentración del streaming que ya dejó en el camino a varias plataformas más pequeñas.
Entre las preguntas que sobrevuelan el acuerdo aparecen dudas sobre:
- El precio de las suscripciones y la posibilidad de que suban en un escenario con menos competidores fuertes.
- El acceso de productoras independientes y nuevos creadores a un mercado cada vez más dominado por grandes conglomerados multimedia.
- El riesgo de que un actor con tanto poder de catálogo y distribución marque la agenda cultural global, definiendo qué historias se cuentan y cuáles quedan afuera.
Mientras tanto, los usuarios siguen de cerca el desenlace: si el acuerdo se aprueba, podrían ver en un mismo servicio franquicias como Harry Potter, Juego de tronos, el universo DC y los éxitos originales de Netflix como Stranger Things o El juego del calamar, un combo explosivo para el mercado… y también para los reguladores.




