El personal auxiliar del Vaticano enfrentará excomunión automática si revela detalles del cónclave papal secreto.
A días del comienzo del cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco, la Santa Sede reforzó sus estrictas medidas de confidencialidad y anunció severas sanciones para todo el personal auxiliar que participe en las actividades previas y durante la elección. La pena máxima: la excomunión automática.
Cocineros, personal de limpieza, médicos, enfermeras, operadores de ascensores, choferes y hasta tapiceros forman parte del equipo de apoyo que estará al servicio de los 133 cardenales electores. Todos ellos deberán prestar un juramento de secreto absoluto y perpetuo, cuyo incumplimiento será castigado de inmediato por la máxima autoridad eclesiástica.
La ceremonia de juramento tendrá lugar este lunes en la capilla Paulina del Vaticano, mientras que el miércoles será el turno de los propios cardenales, quienes lo harán en la Capilla Sixtina, justo antes de emitir sus primeros votos.
Un protocolo inflexible
La normativa que regula este proceso fue definida en 1996 por San Juan Pablo II, y modificada por Benedicto XVI, quien endureció el juramento al establecer con claridad que cualquier filtración será penalizada con la excomunión inmediata. Esta sanción excluye a la persona de la comunidad de fieles y le impide el acceso a los sacramentos.
El contenido del juramento es claro: “Prometo y juro que, a menos que reciba una facultad especial otorgada expresamente por el pontífice recién elegido o por sus sucesores, observaré absoluto y perpetuo secreto (…) en relación con todos los asuntos directa o indirectamente relacionados con los votos emitidos y su escrutinio para la elección del Sumo Pontífice”.
Además, los trabajadores deben comprometerse a: “Abstenerme de usar cualquier equipo de audio o video capaz de grabar cualquier cosa que ocurra durante el período de la elección dentro de la Ciudad del Vaticano (…)”.
El juramento finaliza con una fórmula que pone en juego la dimensión espiritual del compromiso: “Tomo este juramento plenamente consciente de que una infracción del mismo incurrirá en la pena de excomunión automática reservada a la Sede Apostólica. Que Dios y estos Santos Evangelios, que toco con mi mano, me ayuden”.
Aislados y en alerta
Durante todo el cónclave, el personal quedará aislado para responder a cualquier necesidad de los cardenales. La medida también abarca a confesores multilingües y clérigos en funciones de apoyo, quienes serán designados según la diversidad lingüística del Colegio Cardenalicio.
Incluso los detalles técnicos fueron contemplados: la Capilla Sixtina fue transformada en una sala de votación hermética. Se instaló un piso flotante, se colocaron mesas ceremoniales, se montó la estufa para quemar las papeletas y se sellaron casi 80 accesos con plomo, como dicta la tradición. Todas las ventanas fueron oscurecidas para garantizar la privacidad del proceso.
Un equipo de doce técnicos y artesanos permanecerá dentro durante todo el cónclave para operar la estufa, garantizar la climatización y supervisar los sistemas eléctricos y de iluminación. También prestarán juramento.
Entre los responsables de la seguridad del perímetro, se encuentran un coronel y un mayor de la Guardia Suiza Pontificia, quienes también deberán someterse al mismo compromiso de secreto.
El favorito
Mientras tanto, crecen las especulaciones sobre quién será el nuevo papa. Entre los nombres más mencionados, se encuentra el del cardenal Pietro Parolin, considerado uno de los grandes favoritos para suceder a Francisco.
El próximo miércoles, comenzará formalmente el proceso de votación en el que la Iglesia Católica se embarcará en una nueva etapa de su historia, bajo una atmósfera marcada por el sigilo absoluto y medidas disciplinarias sin precedentes.