La fábrica de lavarropas inaugurada en 2022 en el Parque Industrial de Fátima, partido de Pilar, bajó la persiana por caída de ventas y fuerte avance de productos importados, mientras la compañía mantiene solo su operación comercial en el país.
La empresa de electrodomésticos Whirlpool confirmó el cierre sorpresivo de su planta de lavarropas en el Parque Industrial de Fátima, en el partido bonaerense de Pilar, y anunció la desvinculación de 220 trabajadores entre personal de producción y áreas técnicas como ingeniería y calidad. La decisión llega en un contexto de fuerte desaceleración del consumo, aumento de las importaciones y pérdida de competitividad para exportar. 1378
Desde la compañía explicaron que se trata de una “reconfiguración estructural” de su operación en la Argentina. A partir de ahora, Whirlpool concentrará su presencia en actividades estrictamente comerciales y de servicio, garantizando —según prometen— el abastecimiento de electrodomésticos, accesorios y repuestos en todo el país. La firma insistió en que su continuidad comercial en Argentina no está en revisión, aunque abandona la producción local de lavarropas.
La planta de Pilar había sido inaugurada en octubre de 2022 tras una inversión de USD 52 millones, con el objetivo de producir 300.000 unidades al año y exportar el 70% de esa producción. Sin embargo, en la práctica se estaban fabricando unas 150.000 unidades, con una ecuación 50% para el mercado externo y 50% para el interno, en un escenario cada vez más desafiante para la industria nacional.
“Nos acaban de desvincular a todos”
Los trabajadores se enteraron del cierre en la mañana de este miércoles, cuando la empresa comunicó la decisión y puso a disposición transporte para quienes quisieran retirarse del predio. “No nos dieron ningún previo aviso, nos acaban de desvincular a toda la empresa”, relató el empleado Ignacio Cabezas en declaraciones radiales, y agregó que el personal se mantiene en la playa de estacionamiento y no piensa irse “hasta que les den una respuesta coherente”.
El malestar creció porque, incluso semanas atrás, la compañía había adelantado las vacaciones al 22 de diciembre, sin que eso hiciera prever una medida tan drástica. Previamente ya se había registrado una reducción en la producción, que pasó de entre 500 y 600 lavarropas diarios a unas 400 unidades, y se habían despedido a los trabajadores eventuales.
Según los empleados, la explicación que recibieron fue una abrupta caída en las ventas y la pérdida de competitividad frente a marcas importadas, especialmente productos asiáticos que llegan a precios más bajos. Cabezas detalló que un lavarropas Whirlpool de 7 kilos se vendía entre 800 mil y 1 millón de pesos, mientras que “una marca china puede conseguirse a mitad de precio”, lo que habría golpeado de lleno la demanda.
Indemnizaciones, plus y futuro incierto de la planta
La empresa negocia con la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) un paquete de salida que incluye indemnización completa más un plus, tanto para los operarios de línea como para el personal administrativo y técnico. Desde Whirlpool remarcan que los trabajadores “también son consumidores” y que, si en algún momento volvieran a producir localmente, la intención sería construir una relación “a largo plazo”.
Por ahora, no está definido qué pasará con la planta de Pilar, que quedó vacía tras apenas tres años de actividad. La filial brasileña de la compañía, Whirlpool SA, enmarcó la decisión dentro de sus directrices estratégicas de eficiencia operativa y uso responsable de recursos, en medio de un ajuste global.
Mientras tanto, en la Argentina se mantendrán las oficinas comerciales y el centro de distribución, donde seguirán trabajando entre 100 y 120 personas. No obstante, el impacto social del cierre, la imagen de 220 familias sin ingreso fijo y la sensación de otra fábrica menos en el país reavivan el debate sobre la crisis de la industria, el avance de las importaciones baratas y el futuro del empleo industrial.




