En vísperas de Semana Santa, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) brinda una serie de consejos para que los consumidores reconozcan el pescado fresco en el marco de su campaña «Alimentos saludables».
A través de un video descriptivo que publicamos en las redes sociales, se puede observar la diferencia entre un pescado fresco y uno deteriorado, y cómo el paso del tiempo y las malas condiciones de conservación influye sobre sus condiciones organolépticas.
Qué observar
Para cuidar la salud de los consumidores, desde el Senasa punteamos algunas de las principales cuestiones que deberán tener en cuenta al realizar sus compras:
• Aspecto de la piel: los colores deben ser vivos, tornasolados y sin decoloración. Es decir, no deben ser apagados y sin brillo
• Aspecto de los ojos: deben estar sobresalientes, brillosos y con la pupila negra. No deben verse hundidos, grises o lechosos.
• Aspecto de la carne: debe ser firme, translúcida, muy elástica y de superficie lisa. Es decir, ni flácida, ni opaca, rugosa.
Tips en la pescadería
• La pescadería debe estar limpia: el agua de deshielo de las mesadas debe escurrir correctamente y el local no debe tener olores desagradables.
• El pescado fresco no tiene el típico «olor a pescado». Un producto con olor a amoníaco ya ha iniciado su proceso de descomposición.
• Los pescados enteros deben estar rodeados por escamas de pescado y no amontonados.
• En el traslado hasta tu casa es preferente usar conservadoras.
• La mejor manera de conservar los pescados en la heladera es en envases cerrados que eviten la transmisión del olor al resto de los productos, y ubicarlo en los estantes más bajos disponibles.